Fecha | Siglo XVI |
Localización y signatura | Biblioteca Nacional de España, Res/285 |
Formato | 200 x 200 mm |
Extensión | 128 páginas, papel verjurado |
Iluminación | 125 Ilustraciones a plumilla decoradas a la aguada con vivos colores en todas las páginas |
Encuadernación | Piel jaspeada |
Lengua | Alemán |
La Biblioteca Nacional de España cuenta entre sus fondos con uno de los más importantes manuscritos europeos de vestimenta del S. XVI: el Códice de Trajes. Fue adquirido en diciembre de 2010 por el Ministerio de Cultura a una colección particular y contiene un repertorio de ilustraciones a la aguada, de trajes de España y de diversos países del imperio de Carlos V (1500-1557), incluyendo América y África. De origen anónimo, con epígrafes en alemán, es obra de taller, pero su gran rareza, su importancia como fuente para el conocimiento de las costumbres y la moda de la época, y la encantadora belleza de sus imágenes, lo convierten en una obra excepcional.
En el códice, fechable hacia 1546 o 1547 según la filigrana del papel, puede rastrearse la relación con obras anteriores de Alberto Durero (como sus dibujos de trajes de Núremberg, Livonia o de turcos), y de otros, como Altdorfer o Burkmair que sirvieron al emperador Maximiliano I (1459-1519), y en cuyo entorno, parece haber tenido lugar el nacimiento de la moda entendida en el sentido actual del término. Pero sobre todo, es evidente su relación con artistas coetáneos que el autor o autores conocían perfectamente, como Lucas Cranach el Viejo (1472-1553), copiado en parte en la ilustración del emperador y los siete príncipes electores e imitado en otras páginas, o Jan Cornelisz Vermeyen (1500-1559), copiado con extrema fidelidad en la ilustración del baile de los campesinos e imitado en otras páginas. Así mismo, el códice pudo ser conocido por el artista flamenco Lucas de Heere (1534-1584) cuyo lancero a caballo, dibujado hacia 1570 en un famoso manuscrito de la Universidad de Gante, Théâtre de tous les peuples, parece copia exacta del primer folio del Códice de Trajes, ¿o quizás ambos, copiaron de un mismo prototipo aunque Heere lo hiciera unas décadas después?
Más tarde, Georg Hoefnagel añadió jinetes iguales ante Jerez de la Frontera en el grabado correspondiente a dicha ciudad para uno de los más famosos atlas del siglo XVI, Civitates Orbis Terrarum. Finalmente, diversos repertorios impresos de trajes, que copiaban en parte los dibujos y manuscritos anteriores, se difundieron masivamente mediante sucesivas ediciones. Destacan entre ellos los de Jost Amman, Habitus praecipuorum populorum…, de 1577, o el de Cesare Vecellio , sobrino de Tiziano, Degli habiti antichi et moderni di diverse parti del mondo, publicado en Venecia en 1590. Los libros de trajes (tanto manuscritos como impresos) eran sobre todo “para mirar”, y los textos solían ser mínimos o inexistentes, así que resultaban útiles para distintas finalidades y muy accesibles para todo aquel que, con independencia de su nivel cultural, pudiera permitirse su adquisición.
Con Carlos V, que reunió el más grande imperio conocido y en cuya segunda mitad del reinado se sitúa el Códice de Trajes, la moda brillaba ya sólidamente establecida, arrastrando a algunos a la pasión desmesurada o la manía, e incluso a la ruina económica, y provocando grandes recelos entre los gobernantes y estamentos religiosos de Europa, que emitieron una abundante normativa legal, pretendiendo, entre otras cosas, reservar el uso de los tejidos lujosos a los nobles, aunque sin mucho éxito, porque, naturalmente, los demás procuraban imitarlos.
En las ciudades imperiales de Augsburgo y Núremberg, de donde parece ser originario el códice, trabajaron los artistas que dibujaron las más preciosas imágenes de trajes de todos los tiempos. A veces eran “obras viajeras” (quizá, lo fuera también el Códice de Trajes), porque se realizaban mientras sus autores acompañaban al emperador en sus múltiples desplazamientos, formando parte de su séquito o del de príncipes y ricos comerciantes. España, Flandes y Alemania mantenían estrecha conexión en la moda mediante una gran fluidez en el intercambio de imágenes. Otro importante vínculo transmisor fue la constante itinerancia de los regimientos de lansquenetes, vestidos con sus icónicos trajes acuchillados que desfilan por el Triunfo de Maximiliano. Las miniaturas, originales de entre 1513 y 1515, así como las conocidísimas xilografías, realizadas a partir de ellas, en 1526, por Altdorfer, Burgkmair, y Durero se encuentran en la Grafische Sammlung Albertina de Viena, pero, la BNE posee también una excelente copia de hacia 1606, con 87 láminas sobre pergamino (Res/ 254): Triunfo del Emperador Maximiliano I, Rey de Hungría, Dalmacia y Croacia, Archiduque de Austria de quien están descritas y colocadas en esta colección las acciones gloriosas de S. M. Imperial, durante su vida.
La secuencia de trajes de países y regiones representados en el Códice de Trajes es amplia, aunque algunos de ellos tienen como muestra una sola ilustración, desfilando por sus páginas entre otros, portugueses, bereberes, indios, franceses, ingleses, turcos, tártaros, irlandeses, croatas, o húngaros, y correspondiendo el mayor número de trajes así como el mejor conocimiento y detalle de los mismos a Alemania, seguida de España y los Países Bajos.
Fuente: Teresa Mezquita Mesa*
*Desde 2004 hasta 2016 Directora del Departamento de Manuscritos, Incunables y Raros de la BNE, y desde 2005 hasta 2014 Vocal de la de la Junta de Calificación, Valoración y Exportación de Bienes del Patrimonio Histórico Español
En este video, Teresa Mezquita Mesa, durante su etapa como Directora del Departamento de Manuscritos Raros e Incunables de la BNE, explica y contextualiza el códice de Trajes
Esta Edición facsímil del Códice de Trajes se completa con un estuche para su conservación y con un libro de estudios complementario, realizado por Clara Sánchez Quirino y Sergio Ballester Redondo.
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